

La confianza es el único vínculo posible para perpetuar una relación.
Esta semana recibí una carta de una niña de 23 años con un hijo de tres y un novio que no confía en ella.
Pensé mucho y recordé una pelea que tuve con un compañero una vez. En medio de esa discusión interminable, mi compañero se detuvo, me miró y dijo:
Espera Estoy de tu lado y no en tu contra. ¿Por qué discutimos sobre la misma idea que si estuviéramos en un ring? Escuché cosas similares de varias otras mujeres.
¿Sabes lo que falta? Presta atención a ti mismo y no a él.
El amor es una preocupación en nuestra vida diaria. En la vida de la mujer toma mayores proporciones. Si no estamos con alguien, nos preocupamos por encontrar a alguien especial, si tenemos a alguien, nos preocupamos por hacer que funcione.
A veces olvidamos la verdad. Y la verdad es absolutamente simple. No hay hombre que coincida con nuestra búsqueda. Hay un hombre que puede completar nuestra vida si nos queremos.
La confianza es el único vínculo posible para perpetuar una relación.
Es en confianza que se establecen los lazos de unidad, armonía y serenidad.
Hay varias formas de diagnosticar si estamos enamorados o si estamos atrapados en la idea de tener una unión. No es posible aceptar a un hombre lleno de defectos, desconfianza y miedos, solo porque fue el primero en aparecer frente a usted.
Si este compañero que conoces no te hace feliz, si has intentado todo y las cosas no parecen cambiar. Es hora de preguntarse si vale la pena. Un compañero digno no es un superhombre, sino uno que se esfuerza por ser feliz, por verte feliz y por hacer feliz la relación contigo.
Una relación sana es aquella que fomenta la búsqueda de horizontes sociales y espirituales más amplios, nuevas amistades, nuevos caminos sin sentirse amenazados por ellos.